domingo, 13 de abril de 2008

Orgullo tipográfico



Todos los días por la mañana hago el mismo ritual: me hago un zumo de tres naranjas, un café con leche y me como un cruasán mientras me bajo el correo y hojeo El País on-line. Dentro de esta rutina, tengo una fijación reconfortante: la viñeta de Forges.
Sin embargo, hoy me he levantado tarde y he ido a comprar el periódico —en papel; el de toda la vida; el de los domingos ociosos; el de verdad—. He caído tarde en la columna de Manuel Vicent, y algo menos en el rincón de Forges. Hoy no me ha hecho reír. Como castellano y como tipófilo, me ha dado que pensar; me he sentido muy inquieto, incluso incómodo.

La castellana es una cultura que tiende a los símbolos. Nos encantan las banderas, los himnos, los blasones, la algarabía visual que a veces se convierte en manifestación insoportable. Este chovinismo carpetobetónico se ha trasladado a un españolismo mal entendido, contaminado por un régimen fascista aniquilador de cualquier diferencia.
Así, cuando desde Castilla reclamamos nuestra identidad, se nos confunde con españolistas intolerantes. No quiero polemizar, pero estoy más que harto de que se confunda mi orgullo castellano —sobre todo desde los mal llamados «nacionalismos periféricos»— con un fascismo que me estomaga y que está en las antípodas de mi sensibilidad.

A aquellos Comuneros que se revelaron contra un rey al que consideraban extranjero, venido de Flandes y desconocedor absoluto de la cultura y la lengua castellanas, tras ser derrotados por las tropas realistas, fueron tratados hasta la ignominia de ver cómo sus escudos de armas eran borrados. Al igual que en la Antigüedad los nombres de los innobles eran raspados de las inscripciones para intentar eliminarlos de la historia, los rebeldes castellanos vieron cómo sus blasones eran picados de las puertas de sus edificios. Se pretendía así, no sólo borrarlos de los anales, sino eliminar su identidad, su carta de nobleza, su orgullo castellano.
Por otro lado, la nuestra, la castellana, es una de las pocas culturas que puede presumir de tener un signo gráfico y fonético, como signo de identidad. ¿Cómo no estar orgulloso de algo así? Pero una pregunta como la que le espeta a esa ñ —blanca y negrita, lustrosa y radiante, inconfundible y orgullosa— un extraño glifo elegido al azar, suena casi discriminatorio, vejatorio y machista (incluso). Sé que no es la intención de Forges, pero me ha dado mucho que pensar.
Además, este glifo es, por añadidura, una ligadura: fruto de la superposición de una n sobre otra para resolver la duplicación en palabras latinas como annus, pasando a convertirse en año; por ejemplo. ¿Cómo no sentirse orgulloso de una belleza gráfica de tal calibre?

No soy regionalista, ni siquiera castellanista. Mi sensibilidad está lejos de ser hispanista y muchísimo menos españolista. Pero se me revuelven los adentros cuando se cuestiona mi identidad. Porque todos tenemos una y ninguna es mejor ni peor que la de los demás. Y yo estoy orgulloso de pasear por mi ciudad y ver los nobles edificios castellanos plagados de blasones picados. Si, además, esa identidad está ligada a un signo gráfico tan hermoso, entiendan que sólo me falte zurear cual palomo en celo.
No me toquen las identidades, que todos las tenemos por unas partes muy sensibles. Soy castellano y estoy orgulloso, ¡qué coño!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

dices: "estoy orgulloso de pasear por mi ciudad y ver los nobles edificios castellanos plagados de blasones picados. Si, además, esa identidad está ligada a un signo gráfico tan hermoso, entiendan que sólo me falte zurear cual palomo en celo.
No me toquen las identidades, que todos las tenemos por unas partes muy sensibles. Soy castellano y estoy orgulloso, ¡qué coño!"
Yo esto lo leo en otro lugar y diría que es de puño y letra del seÑor Pérez-Reverte. Un aplauso, primo.

Anónimo dijo...

No soy tipógrafo, pero me cada día me llama más su “bella arquitectura”. Me parece muy interesante este artículo y me agrego el blog. Me sienta como patadas en el estómago cada vez que veo un rotulo de mesón castellano con una tipografía anglosajona.

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario, estimado anónimo castellano, pero agradezco que mis lectores se identifiquen aunque sólo sea con un nombre.
Tus palabras me permiten además sacar a la luz otro hecho tipográfico estomagante: Ya es delito que todo mesón castellano se rotule en letras góticas (como si hubiera que retrotraerse al siglo XIV cada vez que se entra en un sitio de esos), pero si encima esa gótica es «de fractura» (alemana) en vez de «de suma» (Italia y España), es para salir corriendo al primer Burdel Queen.
Obviamente la estulticia de nuestros mesoneros les aboca a la ignorancia de tan sutiles herramientas de comunicación. Basta con leer un poco (La letra Gótica, tipo e identidad nacional, de P. Bain y P. Shaw –ed. Campgràfic, Valencia, 2001–, por ejemplo).
Si reclamamos nuestra identidad castellana, ¿por qué lo hacemos en alemán?

Eduardo Maqueda dijo...

Disculpa que no haya firmado, fue un comentario rápido y espontáneo.

Me parecen muy interesantes tus comentarios, y veo que compartimos un gusto por lo castellano. ¿Habría modo de que nos escribiéramos? Ya trabajo en diseño, pero ni muchos menos comparto tus conocimientos. Ya que llevo años con el run run de crear un fuente digital para artesanos y comerciantes. (sin animo de lucro ni zarandajas varias)

Eduardo Maqueda dijo...

Una última pregunta (por no ser cansino) cuando te refieres gótica de suma, te refieres a esta?

http://byfiles.storage.live.com/y1pHsArViM8_oyCVDGBMuB_JaDozuki8TigL5xmoFRseuEhfFm8T5TAXi4hWhFNiXkm

Anónimo dijo...

MAQ: Para que te hagas una idea mucho mejor de cómo es la «gótica de summa» (también aparece a veces con esa doble eme) te recomiendo que eches un vistazo a la referencia que te doy, pp. 152-153; en algunas bibliotecas lo tienen. Para hacerte una idea, te diré que es el modelo que utiliza Guillén de Brocar para imprimir el texto en castellano de su afamada Biblia Políglota Complutense. Otras referencias que podamos encontrar a golpe de Google no son fiables, ya que la práctica totalidad no citan las fuentes.

En otro asunto de cosas, no comparto el gusto por lo castellano, no soy castellanista (aborrezco los ismos) pero me enciendo cuando me tocan las identidades. Comparto contigo el placer por la gastronomía, aunque me temo que aquí también divergimos un tanto en cuanto a gustos.

tzho dijo...

Siendo tipógrafo, y a colación de todo este controvertido tema del "meson design", puede que conozcas el nombre de esta fuente que se usa en estos logos -con el puntito en la "o", la "R" tan bien dotada- de estos enlaces:

http://www.cervantesvirtual.com/
(el logo de "Miguel de Cervantes")

http://www.ebierzo.com/images4/yocamino.jpg
(el logo de "Las edades...")

Me he vuelto LOCO buscando la fuente para mac o windows, y a lo mejor resulta que no es exclusivamente "castellana", pero vive Dios que es bonita la tipografía. Gracias por tu atención.

Anónimo dijo...

tzhao: He estado observando las muestras que me vinculas en tu comentario y, más que fuentes tipográficas con entidad propia parecen adaptaciones ad hoc para usos específicos. Traducción: que creo que han pillado una fuente que ya tenían y la han tuneado para hacer los logotipos.
Tampoco me he puesto a investigar mucho, pero esa es la sensación que me da tras el análisis de las fuentes que me remites.
Gracias por tu comentario, de todas formas.