sábado, 10 de mayo de 2008

Detectado error material



En plena campaña de la declaración de la Renta, me llega una carta del Servicio de Retribuciones y Seguridad Social de la entidad para la que trabajo, comunicándome que han detectado un «error material en el Certificado enviado con la información fiscal» que ya me habían remitido semanas antes y que me envían uno nuevo. Ya es inquietante que desde un estamento así te comuniquen que se han equivocado al hacer las cuentas, pero si la carta que te remiten para informarte de ello está compuesta en Comic Sans de arriba a abajo (logotipo oficial incluido) resulta casi aterrador.
Seguramente no ha sido algo premeditado, ni una especie de conjura estético-tipográfica de connotaciones políticas y lucha gráfica activa, sino que el administrativo que le tocó redactar esta carta decidió que era una elección «muy mona». Quizá simplemente pasó de la Arial —aburrido ya de ella— a la Comic en la persiana de fuentes de su menú del Word y la encontró «ideal de la muerte». Si a esta desafortunada elección le sumamos el «error material» que me comunican, la imagen de dicha entidad se desmorona por sí sola.

El problema, en el que seguramente no reparó aquel, es que esta fuente hace referencias inmediatas al lenguaje informal de los cómics y la iconografía infantil. En este tipo de contextos sería una elección más que acertada y deseable, pero no para una carta de un estamento oficial; ¿se imagina alguien qué confianza —credibilidad, seriedad, etc.— podría transmitir una citación judicial en Comic Sans, un requerimiento de la Agencia Tributaria, o incluso el certificado de una Universidad centenaria? Si recibiese una invitación del Gabinete de Presidencia del Gobierno compuesta así, pensaría inmediatamente que se trata de una broma de un amigo que trabaja allí.
No digo que haya que erradicar de las paletas tipográficas digitales la Comic Sans —hay sitio para todas y para más— pero sí que deberíamos ser conscientes de que cada uno de los diseños tipográficos ha sido realizado con un objetivo concreto y tiene por tanto connotaciones en las que muchas veces no reparamos.

Existe en la Red una Organización Contra el Abuso de la Comic Sans, que muestra otros terribles desaguisados tipográficos con tan denostada fuente. Merece la pena echarle un vistazo, pero hay que estar preparado como si fueras a ver Viernes 13 en un cine de las afueras. No me hago responsable. También está la Ban Comic Sans, otra plataforma que ofrece además una serie de alternativas a nuestra amiguita —de descarga libre— en su apartado de fonts. Ni que decir tiene que aquello es un saco sin fondo en el que hay de todo. Juzguen ustedes.

No quiero demonizar a la pobre fuente, que es reconocida como una de las más legibles, pero no creo que sea la mejor opción en cualquier caso. Tiene muchas bondades, es cierto, pero creo que se debería recurrir a otras opciones más adecuadas para cada propósito. De cualquier manera (y por si es una tipografía que no convence) se puede disfrutar del trabajo de Janpieter Chielens, un joven belga que se ha propuesto nada más y nada menos que desarrollar una alternativa a la Comic, partiendo de sus ventajas y con el reto de superar sus defectos. Un trabajo realmente digno y loable.
Juan Pablo de Gregorio hizo también una versión de una fuente que le habían propuesto descargada de Dafont, en cierta medida similar a la Comic. El objetivo era crear «un par de etiquetas para una línea de moda infantil». El análisis, proceso y resultados están a la altura de este magnífico tipógrafo chileno.

Deberíamos tener mucho cuidado con qué tipografías componemos nuestros textos, porque ellas pueden decir cosas que no teníamos previstas, contradiciendo el contenido del mismo e incluso jugándonos malas pasadas. Un simple análisis de corte intuitivo, del tipo «¿qué me dice a mi esta letra?» sería más que suficiente en la mayoría de los casos; son 30 segundos, a lo sumo. Si nos ponemos exquisitos, deberíamos pensar en una alfabetización digital coherente con las posibilidades comunicativas que ofrece el medio; una de las asignaturas, por lo tanto, sería de concienciación tipográfica. Pero si la Universidad pasa por momentos harto difíciles, quizás ésto sea demasiado pedir.

2 comentarios:

mapachito violento dijo...

EStoy de acuerdo... cada vez que veo esta tipografía me recuerda a una redacción del colegio de un niño de 12 años.

La Niña Graphics dijo...

ahora todos somos expertos en la materia, incluso puedes comentarselo a vicen conaire, en su facebook!